Quienes viven en entornos urbanos pueden echar en falta los espacios verdes y la vegetación, ya que no siempre es posible tener parques y jardines cerca. Algo que en muchas ocasiones crea una sensación de agobio, que se refuerza si el entorno lo dominan el asfalto y los vehículos. En consecuencia, lo ideal sería que todos viviésemos cerca de estos espacios, pero no siempre es posible.

Una forma de tener cerca el verde consiste en algo tan sencillo como meter plantas en casa. De hecho, se ha demostrado que las plantas de interior pueden mejorar la salud, ya que tienen efectos positivos en la calidad del aire y reducen el riesgo de piel seca.

Además de los beneficios de tener plantas en casa, la jardinería también ofrece entretenimiento y diversión. Muchas personas no solo cuidan plantas, sino que, en muchos casos, lo hacen de forma creativa y original.

Si te encuentras en esta situación, echas de menos el verde y te apetece dedicar algo de tu tiempo libre, vamos a darte algunas ideas sobre cómo montar un pequeño jardín en casa que, además de dar color, generen un ambiente más limpio.

Los ingredientes para un buen jardín interior: inspiración y luz

Los jardines interiores están de moda, como demuestra que los interioristas los ofrezcan en sus diseños como una bonita alternativa a la decoración convencional.

Con independencia del tamaño de tu casa, crear un pequeño jardín interior no es una tarea imposible. Lo único que se necesitan son ganas y un espacio, aunque sea reducido, con características adecuadas para ello.

El primer paso es encontrar la inspiración. Un paseo por Internet para ver las tendencias y las propuestas de grandes diseñadores, o no tan grandes, te permitirá una primera idea del camino que seguir.

El segundo paso es encontrar un hueco al que llegue la luz, ya que probablemente se trata del elemento fundamental para que las plantas crezcan bien, sanas y fuertes. Por lo tanto, asegúrate de ubicar tu pequeño jardín interior en un espacio luminoso, y a poder ser cerca de ventanas. También es importante que sea un espacio en el que protegerlo de temperaturas extremas, ya sean altas o bajas.

El tercer paso es valorar de cuánto espacio dispones para adaptar tu proyecto. Ten en cuenta que es posible jugar con la altura o la profundidad, y siempre existen soluciones innovadoras y creativas para superar cualquier obstáculo, como los jardines verticales o las plantas colgantes, que ofrecen la oportunidad de rodearse de vegetación, flores y plantas sin ocupar demasiado espacio.

Una amplia variedad de especies

Una vez localizado el lugar adecuado para practicar tu nueva afición, toca pensar en las plantas para decorar tu hogar. Como siempre, el espacio disponible condicionará la elección. Si es amplio podrás elegir la que más te guste sin preocuparte, desde pequeñas hasta los cactus de mayor tamaño. En cambio, si el espacio es limitado, deberás tomar decisiones más prudentes.

Para estos últimos casos, una alternativa muy socorrida son las hierbas aromáticas, que a pesar de su pequeño tamaño resultan bastante bonitas y se adaptan con facilidad a cualquier jarrón o recipiente. Además, la menta, la albahaca, la salvia y el romero son plantas que mantendrán tu casa perfumada y la solución perfecta para aportar un toque de verde al ambiente sin demasiadas pretensiones.

Si estas no te convencen, puedes optar por plantas pequeñas, como las violetas o las orquídeas, perfectas para decorar incluso los espacios más pequeños. La variedad es muy amplia y seguro que encuentras las adecuadas, por lo que tu única preocupación será diseñar el espacio correctamente y pensar el número de ejemplares que quieres poner.

Un recipiente con estilo

No te empeñes en encontrar la maceta perfecta, porque no existe. Cada una de ellas tiene virtudes y defectos, por lo que deberás valorarlos para encontrar un buen equilibrio.

Las macetas de plástico son, sin duda, las más comunes. Son muy resistentes y no se suelen romper. También se pueden mover con cierta facilidad, ya que pesan menos que otros materiales. Sus puntos negativos son la dificultad para transpirar, el calentamiento si el sol les da mucho y la alta contaminación del material.

También tenemos jarrones y recipientes de madera, cada vez más populares y, al contrario que los de plástico, más amigables con el medioambiente. La madera es un material muy poroso, que permite que el aire y el agua circulen más fácilmente. Además, aunque les dé el sol con cierta intensidad, no se calientan mucho, lo que permite que la tierra mantenga cierta frescura y humedad. Gracias a ello, incluso en el período más caluroso del año es posible mantener las plantas bajo control y espaciar los riegos en el tiempo. Por el contrario, los de madera son más caros y menos resistentes que los de plástico; sin embargo, esto último resulta más importante en los jardines exteriores que en los interiores.

Una opción más clásica son los vasos de terracota o arcilla. Aunque más adecuados para el exterior, es posible meterlos dentro de casa, sobre todo si no son demasiado grandes. Poseen una buena porosidad que permite que las raíces permanezcan con el porcentaje correcto de humedad. Son, también, un excelente aislante térmico. Otra parte positiva es la facilidad para pintarlos de colores, lo que ayuda a que encajen o a dar más color al espacio.

Un factor en el que no importa el material escogido es el drenaje. De hecho, debes comprobar que posean uno o más orificios en la base, creados para expulsar el exceso de agua y evitar que las raíces se pudran o aparezca moho.

Ahora que ya tienes unas nociones básicas, si quieres dar a tu casa un nuevo aspecto y llenarla de vida, no dudes en sacar las herramientas de cultivo, escoger unas buenas macetas y llenar tu casa de verde. Tu entorno y tu salud te lo agradecerán.

 

Artículo publicado por Vicent Selva

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