No solemos prestar a la iluminación de la casa la atención que requiere, y es un error porque la luz da vida a los espacios, o se la quita, evidentemente. Por eso hoy abordamos este tema y te vamos a decir en qué te tienes que fijar a la hora de elegir una u otra iluminación. Haremos una comparativa entre LED (esta tecnología no deja de crecer en los últimos tiempos) y halógenos. Vamos con ello:

Para hacer una buena comparación debemos fijarnos en las siguientes características técnicas:

  • Flujo. “Son los lúmenes que puede emitir o, para entendernos mejor, cuanto más lúmenes emita, más ilumina”, explica Pablo García, de Atrezo Arquitectos.
  • Eficacia. “Se trata de los lúmenes/vatios o, lo que es lo mismo, cuántos lúmenes obtengo por cada vatio que tengo que consumir de energía eléctrica”, explica.
  • Vataje medido en vatios (W). Se trata de la potencia de la luminaria.
  • Temperatura de color: puede ir desde la luz cálida (2500K) hasta la luz blanca (6000K).
  • Índice de reproducción cromática. Es la capacidad que tiene la luminaria de reproducir los colores, para ello hay que mirar la gráfica de emisión espectral de cada una.
  • Vida útil medida en horas. Es lo que va a durar la luminaria.
  • Regulación. Es la capacidad de poder regular qué cantidad de luz vamos a emitir, pudiendo bajar o subir la intensidad dependiendo del ambiente que queramos crear.

Aparte de las características técnicas y estéticas de las luces, también es fundamental valorar su eficiencia energética. “Desde la entrada del código técnico de la edificación existe un parámetro que se llama VEEI (Valor Eficiencia Energética Iluminación). No es un parámetro que limite la cantidad de luz, sino que controla la energía que se gasta en iluminar, estableciendo unos valores límites por encima de los cuales está prohibido, por considerarse un derroche de energía”, comenta García.
Considerando esto, vamos a comparar la luminaria LED y la halógena, para ver cuál de ellas es la que más nos conviene:

Halógenos

Su flujo luminoso es mucho mayor que el del LED, estando entre los 6.300 y 220.000 lm, pero la eficacia no lo es tanto: tiene una relación de lúmenes/vatios entre 90-100, siendo la eficacia del LED de 5-100 lm/w. El gran problema de los halógenos es el consumo de vatios para iluminar: sus valores se mueven entre 70 y 2000 vatios, muy superior al LED, que tan solo necesita entre 0,3 y 5 vatios.

Por otra parte, el rango de temperatura de color del halógeno es más limitado que el del LED, con unos valores entre 2.800 y 5.600 K (el LED tiene desde 2.700 hasta 8000 K). “El índice de reproducción cromática ha sido el gran esfuerzo de los fabricantes de LED para obtener mejores rendimientos. Hasta no hace mucho estaba limitado a +80 (y los halógenos tenían fácilmente valores superiores a +90). Los halógenos han sido la opción elegida para iluminar tiendas y centros comerciales, por su calidad a la hora de reproducir colores. Pero hoy encontramos la misma solución en LED”, comenta el arquitecto.

LED

La vida útil de los LED supera las 50.000 horas. Sin embargo, la vida útil del halógeno va desde las 6.000 a las 12.000, gana LED por goleada. “Muchos hemos cambiado halógenos, por su corta vida útil, y nos hemos quemado al hacerlo porque toda la energía que necesitan no se convierte en luz sino que una gran parte es calor”, comenta. La regulación de la cantidad de luz en el LED tampoco presenta problema alguno; sin embargo, en los halógenos se puede hacer de forma solo parcial y presentan, por otra parte, mayores posibilidades de que se fundan.

¿Qué conviene más?

A todas luces, LED: “Es la solución del presente y del futuro de la iluminación. Esta tecnología ha vivido un rápido progreso en términos de eficiencia, flexibilidad y posibilidades de aplicaciones. En 2010 representaban el 10% del mercado de la iluminación pero se espera que en 2020 representen el 90% del mercado”, finaliza García.

 

Autora: Lucía Martín (colaboradora de idealista news)

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